"A Antonio le gusta el contacto humano, la conversación. Le gusta hablar mientras pinta, contar lo que siente... No le gusta estar solo”. Gonzalo Jiménez Blanco lo sabe a conciencia. Ha pasado los últimos diez años conversando con uno de los pintores vivos más cotizados del momento. Porque Antonio López lo es. Premios como el Príncipe de Asturias 1985 o el Velázquez de las Artes Plásticas 2006 engalanan la carrera de un maestro que, a sus pasados 80 años, sigue enamorado de Madrid y de su Gran Vía.
Desde la década de los 70 Antonio López lleva mirando a la Gran Vía. Y plasmándola, aunque sea en cuadros que aún están por terminar. En 2007 localizó una perspectiva distinta. La ubicación, la calle Alcalá 44. Y el caballete, una ventana propiedad de unos abogados, capitaneados por Gonzalo Jiménez Blanco. Ahí nació “Gran Vía, 1 de agosto, 7:30”, la única pintura de una serie que ha terminado hasta el momento y en el que ha trabajado durante diez años. Una década en la que ha habido de todo. Lo que más, conversaciones que ahora se materializan en un libro que editamos en Fundación Endesa y que se ha presentado en Museo Thyssen de Madrid.
“Conversaciones con Antonio López” recoge una relación de amistad en distintas charlas en las que el pintor habla de su familia, de sus primeros pasos en Madrid, de su pueblo natal -Tomelloso- y hasta de la guerra, el arte o la literatura. Así mismo, este libro se acompaña de un ensayo del propio Antonio López escrito exclusivamente para esta publicación única “Aproximación a la Gran Vía como tema en mi pintura”.
Desde Fundación Endesa y a través de iniciativas como la edición de este libro, queremos buscar nuevas vías de apoyar y dar visibilidad a la cultura y al arte, sobre todo al de nuestro país.
Durante su presentación, celebrada en el Museo Thyssen de Madrid, el presidente de la Fundación Endesa, Borja Prado insistía en lo inédito de la obra frente a algunas ya editadas. “Este proyecto tenía una cualidad diferencial y fundamental, nos acercaba al artista con una nueva perspectiva más personal”, aseguraba.
Y es que Antonio López es más que su obra. Como decía de él su gran amigo Miguel Delibes “Lo que hay que admirar más en Antonio no es su persona ni su obra sino su bondad, la modestia machadiana de su aliño indumentario, su humildad creadora, su absorbente profesionalidad, el afán de apartarse y de desplazar sobre otros su valía"